Viendo el Amor un día que mil lindas zagalas huían de él medrosas por mirarle con armas, dicen que de picado les juró la venganza y una burla les hizo, como suya, extremada.
Tornóse en mariposa, los bracitos en alas y los pies ternezuelos en patitas doradas.
¡Oh! ¡qué bien que parece! ¡Oh! ¡qué suelto que vaga, y ante el sol hace alarde de su púrpura y nácar!
Ya en el valle se pierde, ya en una flor se para, ya otra besa festivo, y otra ronda y halaga.
Las zagalas, al verle, por sus vuelos y gracia mariposa le juzgan y en seguirle no tardan.
Una a cogerle llega, y él la burla y se escapa; otra en pos va corriendo, y otra simple le llama, despertando el bullicio de tan loca algazara en sus pechos incautos la ternura más grata.