Reivindico la honestidad de las personas, la naturalidad, la expresión verdadera de los sentimientos y emociones.
Los abrazos no dados y las llamadas no recibidas.
Las amistades verdaderas, lejos de engaños y de dobles tintas.
Las risas robadas y el amargor de las despedidas, que me lo traigan de vuelta, porque la bilis es mía.
Reivindico la locura temporal de las noches de verano y de invierno, los paseos a deshoras, las manchas de helado sobre la comisura de los labios y las ganas de empotrarte contra la pared.
El arte y la risa, las cosas a tiempo, lo verdadero, lo que sale, lo que se muestra y perdura.
Reivindico ser uno mismo siempre, dejarse llevar y empaparse las ganas con sueños que a veces se cumplen incluso aunque no los esperes.
Reivindico la buena música, los conciertos, las canciones en la ducha y el sentimiento de libertad, todas esas cosas que me guardo y que enumero y que luego quedan olvidadas en algún lugar de la estantería.
Reivindico mi paciencia, lo célebre, la gente que te folla la mente y que se queda, lo auténtico, lo sano, lo que surge y enreda y se disfruta, incluso se sufre.
Reivindico una historía para mí, a mi medida y mi altura, a mi desvelo y mi sueño, en exclusiva, solo para mí.
Reivindico lo visceral, el qué, cómo, cúando y por qué, lo insensato, lo deforme, lo consciente y también lo inconsciente.
Reivindico mis sombras, mis luces, mis miedos... y una historía insolente que poder disfrutar de verdad, desde el principio hasta el final.
Reivindico ser capaz de releerme sin que me estalle el corazón.
https://www.youtube.com/watch?v=M9vBUar9koc