« Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. »
Un acaudalado padre de familia llevó a su hijo a un viaje por el campo
con el firme propósito de que este viera cuan pobres eran ciertas personas
y comprendiera el valor de las cosas y lo afortunados que eran ellos.
Estuvieron un día y una noche en la granja de una familia campesina muy humilde.
Al concluir el viaje, ya de regreso en casa, le preguntó a su hijo:
—¿Qué te pareció el viaje?
—¡Muy bonito, papá!
—¿Viste qué tan pobre y necesitada puede ser la gente?
—Sí.
—¿Y qué aprendiste?
—Vi que nosotros tenemos un perro en casa, ellos tienen cuatro.
Nosotros tenemos una piscina de veinticinco metros, ellos un riachuelo sin fin.
Nosotros tenemos lámparas importadas en el patio, ellos tienen las estrellas.
Nuestro patio llega hasta el muro de la casa, el de ellos hasta el horizonte.
Especialmente, papá, vi que ellos tienen tiempo para conversar y convivir en familia.
Tú y mi mamá deben trabajar todo el tiempo y casi nunca los veo.
El padre se quedó mudo y el niño agregó:
—Gracias, papá, por enseñarme lo ricos que podríamos llegar a ser.
La intención de este padre muestra evidentemente la actitud de su corazón orgulloso.
Su afán por mostrar a su hijo las riquesas alcanzadas con éxito humano lo motivó a realizar un viaje.
Pero su soberbia se redujo a nada cuando se ve confrontado con la humildad de su hijo,
quien recibió gracia para expresar con sabiduría una verdad innegable.
Cuando una persona manifiesta su jactancia por lo que posee
no haciéndolo como para Dios sino para ella misma,
se evidencia el fruto de la naturaleza pecaminosa;
éste es uno de los graves problemas que arropa a la humanidad.
La Biblia nos muestra en el libro de Lucas una historia similar,
un hombre que llegó a tener mucho y creyó que todo lo había hecho él,
se glorió en si mismo pero en un segundo su filosofía se derrumbó y él también con ella.
(Lucas 12:16-20)
El llamado de Dios en estos ultimos tiempos es a depender completamente de él,
entendiendo la importacia de desarraigar toda conexión con el mundo pecaminoso.
Todo aquél de decida permanecer en Dios, será capaz de experimentar de su gracia
a niveles inimaginables que le permitirán recibir la fuerza necesaria
para vencer cualquier tentación que el mundo pueda ofrecer.
Dios quiere que seamos prósperos, él no tiene ningún inconveniente en enriquecer a quien quiere.
Lo hizo con Abraham, con David, con Salomón. Sin embargo,
hay un principio bíblico para prosperar de la manera correcta.
(Mateo 6:33)
Esta forma te hace humilde porque reconoces que todo procede de Dios
y lo que recibes es por su gracia y misericordia.
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